Para poder reducir costes, tenemos que tener un buen control de costes en nuestra empresa. Como siempre decimos, se puede mejorar todo aquello que se puede medir.
Para poder reducir los gastos de una empresa, primeramente tenemos que conocer dónde invertimos y cómo gastamos el dinero. Facturas, tickets, transferencias, todo está bajo control del departamento de contabilidad, pero esa información, ese control de costes, se debe hacer de un modo exhaustivo si se quiere aprovechar, posteriormente, mediante business intelligence, para aplicar mejoras en la empresa. A este proceso se le conoce como gestión del coste y forma parte del cuadro de mando integral de la empresa.
Para controlas los costes, debemos dividirlos en dos clases. Los costes directos y los indirectos.
- Costes directos: son aquellos costes que pueden asignarse de manera inequívoca y directa al objeto del coste, a la actividad o proceso que los ha ocasionado, ya sea producto o servicio.
- Costes indirectos: son aquellos constes que no se pueden asignar directamente a un producto o proceso, porque son consumidos por dos o más objetos de coste simultáneamente. Hay que dividir estos costes entre los diferentes objetos o servicios que se reciben o se crean, y hay que tener un criterio de imputación coherente con ellos. Este grupo es el más complicado en cuanto al control de costes y hay que saber gestionarlo correctamente.
En conclusión, el control de costes es una tarea que se tiene que desarrollar contínuamente para asegurar que la inercia de la actividad no acabe generando unos gastos excesivos que diluyan los resultados del ejercicio. Paralelamente hay que buscar de forma pro activa la manera de reducir costes.
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